Tokio. Un planeta cada vez más confinado, que cuenta a sus muertos y asiste aterrado al hundimiento de la economía. La pandemia de coronavirus nos ha traído incontables malas noticias pero fijándose bien también es posible ver puntos positivos.
Porque entre mejorar la higiene, reducir la contaminación y fortalecer los lazos sociales, algunos rayos de luz rompen la oscuridad.
– ¡Lávese las manos!
Desde el comienzo de la epidemia, los profesionales sanitarios repiten hasta la saciedad el mismo mensaje: lávese las manos.
Un mensaje retomado por los políticos, los famosos y las redes sociales.
El objetivo es enseñarnos la técnica correcta para jabonar cada parte de las manos. Y los geles hidroalcohólicos se venden como pan caliente.
El sentido de la higiene parece estar dando resultado en algunos países como Japón, donde el número de casos de gripe se ha desplomado. Aunque la temporada no ha terminado, a principios de marzo el país había registrado 7.21 millones de casos, muchos menos que en años anteriores (en 2017-2018 se batió el récord de 21.04 millones).
– Bajan las emisiones de CO2
Desde el punto de vista económico, el derrumbe de la demanda, las prohibiciones de viaje y el cierre de las fábricas es una pesadilla. Para el medio ambiente es una bendición.
Solo en febrero, las emisiones chinas de C02 cayeron un 25 por ciento, o sea 200 millones de toneladas, en comparación con el mismo período en 2019, según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA). Esta bajada equivale a las emisiones anuales de CO2 de Argentina, Egipto o Vietnam.
La desaceleración china también hizo desplomarse un 36 por ciento el consumo de carbón en las centrales eléctricas de China, con una caída casi equivalente al consumo de petróleo en las refinerías.
En cuanto al transporte aéreo, la parálisis casi total del sector contribuye a reducir sus importantes emisiones de CO2.
Hay más efectos positivos: en Venecia, el agua se ha vuelto clara al poner fin al incesante trajín de barcos llenos de turistas.
Será un respiro breve porque, según los expertos, una vez que la crisis haya terminado, las economías intentarán recuperar el retraso de principios de año.
– Salven al pangolín –
Se desconoce con certeza cuál es el origen de la COVID-19, pero las primeras pistas se centraron en un mercado de Wuhan (centro de China) donde se vendían animales salvajes para el consumo. Entre ellos, se cita como posible vector del virus a los murciélagos o los pangolines, una especie en peligro de extinción.
Por lo tanto, China decidió en febrero prohibir total e inmediatamente la venta y el consumo de animales salvajes, una decisión acogida favorablemente por las organizaciones ecologistas.
A principios de la década de 2000 ya tomó esta medida, durante la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), pero no duró. Esta vez, la prohibición es permanente.
“Creo que el gobierno se ha dado cuenta de que el precio que paga la sociedad y la economía es mucho más alto de lo que puede proporcionar este comercio”, estima Jeff He, director para China del Fondo Internacional para la Protección de los Animales (Ifaw).
El posible vínculo entre el virus y el pangolín también parece haber calmado a los amantes de la carne salvaje en otras partes del mundo. En Gabón ha caído la venta de carne de caza.
– Alejados pero juntos –
La distancia entre familiares y amigos es una de las consecuencias de los confinamientos con las que hay que lidiar.
Pero para algunos, estas medidas refuerzan el sentimiento de pertenencia y se esfuerzan más en ponerse en contacto con parientes y amigos.
En Colombia, Andrea Uribe, de 43 años, ha organizado, por ejemplo, clases de gimnasia y concursos de talento familiares mediante aplicaciones de mensajería por video.
Fuente: La Jornada