París. Para el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, la pandemia del nuevo coronavirus puso de manifiesto que la economía mundial funciona sin red de seguridad y abogó, en entrevista, por sustituir el producto interno bruto (PIB) por un mejor indicador de la salud económica de un país.
–El discurso político de hoy está imbuido en la idea de una recuperación verde. ¿Cuál debería ser la base de este cambio hacia una economía más sostenible?
Deberían pensar en qué tipo de economía queremos después de esta pandemia y no deberíamos volver adonde estábamos. Sabíamos entonces, y sabemos aún más hoy día, que había muchas desigualdades.
“Lo que tenemos que hacer es llevar la economía en una dirección que refleje todas estas preocupaciones. El PIB no es una buena medida. No tiene en cuenta las desigualdades.
“El indicador más importante es el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero. No sólo el dióxido de carbono, sino también el metano. Cada uno tiene diferentes dimensiones, como su vida útil y su poder.
En años recientes hemos aprendido más sobre las múltiples manifestaciones del cambio climático, por ejemplo, cómo afectará a los fenómenos meteorológicos extremos. Lo que hemos aprendido es la complejidad del propio cambio climático.
–El PIB continúa siendo el indicador clave para evaluar el éxito de cualquier política. ¿El cambio a un nuevo modelo de crecimiento está influenciado por las herramientas que usamos para medirlo?
–Creo que los indicadores son importantes en dos aspectos. En nuestro nuevo informe (para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) subrayamos que si hubiéramos tenido mejores medidas habríamos tenido una mejor idea del daño que la crisis de 2008 estaba causando.“En términos más generales, deberíamos trabajar en una mejor medición de la salud de la economía para ver hasta qué punto nuestras políticas de estímulo están mejorando realmente nuestras sociedades.
“Nuestro enfoque en el PIB no nos ha hecho darnos cuenta de que la sociedad que hemos creado no es resiliente. No nos ha permitido calcular la fuerza de nuestra economía.
Fuente: La Jornada