México, 7 oct (EFE).- La figura del científico mexicano Mario Molina se engrandeció hace 25 años cuando fue nombrado Premio Nobel de Química 1995 por sus investigaciones sobre la química atmosférica y la desintegración de la capa de ozono.
Este miércoles, el experto, investigador y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) falleció a los 77 años.
Molina fue uno de los tres mexicanos galardonados con el Premio Nobel, junto con el diplomático Alfonso García Robles, Nobel de la Paz 1982, y el escritor Octavio Paz, Nobel de Literatura 1990.
A continuación, su trabajo y aportes a la ciencia en cinco claves
¿Por qué era relevante la figura de Mario Molina?
Molina y el científico estadounidense Frank Sherwood (1927-2012) recibieron el Nobel de Química en 1995 gracias al estudio publicado en la revista Nature en 1974 en el que ambos previeron que la emisión de gases clorofluorocarbonos (CFC) provocaría un agujero en la capa de Ozono.
El científico mexicano descubrió que los CFC, usados en refrigeradores y aerosoles, se descomponían en la estratosfera liberando una alta concentración de átomos de cloro que destruirían la capa de ozono facilitando la filtración de rayos ultravioleta a la Tierra.
¿Qué aportó a México y a la ciencia?
Molina se graduó en Ingeniería Química por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1965, fue maestro por la Universidad de Friburgo en 1967 y doctorado por la Universidad de California Berkley en 1972.
Gracias a su descubrimiento, se logró un consenso internacional para la adopción del Protocolo de Montreal de 1987, que prohibió el uso de gases CFC logrando estabilizar los niveles de ozono, que siguen recuperándose a día de hoy.
¿Fue un vanguardista en la lucha contra el cambio climático?
Con este estudio, Molina se convirtió en toda una autoridad sobre el medioambiente y recorrió el mundo haciendo pedagogía sobre la crisis climática, rebatiendo con argumentos científicos a los negacionistas del cambio climático.
El químico mexicano usó todos los foros de los que dispuso para exigir un nuevo y exitoso consenso internacional, como el que hubo con el Protocolo de Montreal, a fin de reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero y evitar un catastrófico aumento de dos grados en la temperatura del planeta.
¿Se dedicó a compartir su conocimiento?
Enseñar fue una de las grandes pasiones del mexicano, quien ejerció como profesor e investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México (1967-1968), en la Universidad de California Irvine (1975-1979), en el Instituto Tecnológico de California (1982-1989) y en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (1989-2004).
Además, Molina recibió más de 40 doctorados ‘honoris causa’, además de ser un miembro destacado de la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano, del Colegio Nacional de México, la Academia Mexicana de Ciencias y la Academia Mexicana de Ingeniería, entre otras.
En 2005 fundó un centro de investigación de políticas públicas que lleva su nombre, el Centro Mario Molina, ubicado en Ciudad de México, donde realizó estudios estratégicos sobre energía y medioambiente, con especial atención al cambio climático y la calidad del aire.
¿Cuál fue su posición frente a la pandemia actual?
A pesar de su avanzada edad, durante los últimos meses fue muy activo en la defensa del uso del cubrebocas para prevenir contagios de COVID-19, enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Molina defendió, a mediados de agosto, el efecto del cubrebocas para frenar la transmisión del coronavirus y pidió a los presidentes de México y de Estados Unidos, Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, que lo usen para dar ejemplo.
“La ciencia nos dice lo que tenemos que hacer, pero desafortunadamente la política no. Es importantísimo que las gentes de alto nivel en el Gobierno usen cubrebocas para demostrárselo a la gente”, expresó en una charla virtual de El Colegio Nacional de México. EFE
Fuente: Con tacto hoy