Barcelona. El aspirante de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) a presidir la Generalitat, Peré Aragonés, vio de nuevo frustrada la sesión de investidura en la que cosechó una sonora derrota parlamentaria y con la que además se abre la posibilidad de un nuevo adelanto electoral para el próximo mes de julio. La fractura del independentismo y la postura instransigente de Junts per Cataluña (JxCat), liderados por el ex presidente Carles Puigdemont desde Bélgica, impidieron la creación de un gobierno autonómico que dé respuestas a las apremiantes urgencias que reclama la pandemia y la crisis económica y social que vive la región.
El resultado de la votación fue el esperado, después de una semana de negociaciones infructuosas en las que además se ensancharon las diferencias en el independentismo catalán, más fracturado que nunca y con los recelos a flor de piel por la lucha de poder y el control económico de los presupuestos. Aragonés, en su calidad de representante del partido más votado del bloque independentista, se presentó a la sesión con compromiso del soberanismo de formar un gobierno que fije como sus prioridades la declaración de independencia, la liberación o amnistía de los políticos encarcelados por su participación en la proceso de secesión unilateral de octubre del 2017 y el regreso de los dirigentes que se refugiaron en otros países para evadir a los tribunales españoles.
Pero no hubo acuerdo. Y en principio no lo habrá en el corto plazo, a pesar de que siguen las negociaciones abiertas entre los dos grandes partidos del separatismo, ERC y JxCat, una vez que el tercero en cuestión, la Candidatura de Unitat Popular (CUP), ya firmó el pacto con ERC. Y así se confirmó en la votación de investidura que se celebró en el Parlamento regional: 42 votos a favor (de ERC y CUP), 61 en contra -del Partido Socialista de Catalulña (PSC), Vox, En Comú Podemo, Ciudadanos y Partido Popular (PP)- y las 32 abstenciones de JxCat.
El aspirante a presidir la Generalitat, Aragonés, aseguró tras la votación que “no he sabido ver ningún obstáculo que impida que hoy no puedan votar mi investidura como presidente de la Generalitat de Catalunya. Cada cual gestiona los tempos de una negociación como considera legítimo”. El limite de tiempo para cerrar un acuerdo y votar una investidura que prospere es el próximo 26 de mayo, si finalmente no lo consiguen, entonces se abriría una nueva convocatoria electoral que se llevaría a cabo a lo largo del mes de julio.
En el fondo de la falta de acuerdo está el control de los presupuestos públicos y de los fondos europeos, pero sobre todo el control político y económico de una institución emergente en Cataluña que denominaron el Consell per la República y que pretende precisamente eso, construir una nueva República al margen del Estado español. Esta figura se encuentra en el centro de la lucha de poder entre ERC y Puigdemont, quien desde su casa de Waterloo pretende pilotar el proceso.
Fuente: La Jornada
