Ciudad de México. Durante la presentación de su libro El triunfo de la dignidad, el senador Napoleón Gómez Urrutia narró la enorme persecución política que debió soportar de sus adversarios históricos, los empresarios mineros, pero aun así les propuso “una tregua” y los llamó a dejar atrás los diferendos y privilegiar las coincidencias para construir un nuevo país y un nuevo sindicalismo.
Sobre todo, recalcó, porque “afortunadamente son otros tiempos y con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador se inició un proceso de transformación profunda del país para eliminar las desigualdades sociales, la marginación y la pobreza, y reducir la corrupción generalizada que tanto daño le ha hecho a México”.
Lo acompañaron el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado; una veintena de legisladores de ese partido, entre ellos el presidente del Senado, Eduardo Ramírez; dirigentes y trabajadores del Sindicato Minero que él preside, así como representantes de organizaciones gremiales nacionales e internacionales. Asimismo, la directora de Notimex, Sanjuana Martínez, estuvo presente. Ante ellos, Gómez Urrutia llamó a construir un nuevo país, un nuevo sindicalismo y una nueva mentalidad empresarial, “para beneficio de todos los integrantes de esta gran sociedad”.
En la presentación del libro, que es la segunda parte del que escribió durante su exilio en Canadá, El colapso de la dignidad, tanto la senadora Ifigenia Martínez, como el ex secretario de Hacienda David Ibarra, el periodista Carlos Fernández-Vega y el editor Miguel Ángel Porrúa destacaron la batalla que el autor debió librar en contra del poder empresarial y político durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
En su intervención, Gómez Urrutia dejó claro que no regresó a México de su exilio forzado de 10 años en Canadá para utilizar la revancha y la venganza contra nadie. “Resistir los ataques perversos y cobardes de los hombres con más recursos de este país y de los últimos tres presidentes de la República no fue nada fácil”.
Narró cómo los grandes empresarios mineros gastaron miles de millones de pesos en campañas sucias en medios de comunicación, compraron jueces y magistrados para tratar de acabar con él, su familia y el Sindicato Minero. “Sin embargo y pese a todo, no pudieron y ahora algunos de ellos están pagando sus excesos, sus culpas y sus saqueos contra los bienes del pueblo”.
Emocionado, frente a un auditorio que llenó el salón del Museo Nacional de Antropología e Historia donde se llevó a cabo la presentación del libro, señaló que hoy a distancia nadie tiene el derecho de cometer los mismos errores del pasado. “Estos cobardes y ruines ataques no deben repetirse jamás”. Gómez Urrutia precisó que en este segundo libro, editado por Porrúa y La Jornada, narra su regreso a México, luego de la invitación del presidente López Obrador a que fuera senador por Morena.
“Este triunfo de la dignidad” fue posible por el apoyo incondicional de su esposa, Oralia, y de sus hijos, por el valor y la fortaleza de sus compañeros mineros y por el respaldo invaluable de organizaciones internacionales, sobre todo de Estados Unidos y Canadá.
Ramón Becerra leyó un mensaje del presidente de la AFL-CIO, Richard Trumka, la principal central obrera de Estados Unidos, en la que expresa que el apoyo que se le dio a Gómez Urrutia fue “de minero a minero”.
Por su parte, Carlos Fernández-Vega explicó que La Jornada es coeditora del libro porque “nuestra casa editorial tiene entre sus principios fundacionales el compromiso con las necesidades y las demandas de los trabajadores” y en ese sentido ha publicado denuncias con el proceder de “esa minoría rapaz”, como la designó el presidente López Obrador, la que sexenio tras sexenio se fortaleció con el saqueo de los recursos mineros del país.
El diario, agregó, documentó con datos duros cómo seis gobiernos neoliberales entregaron a esa “minoría rapaz” 120 millones de hectáreas del territorio en concesiones mineras.
“Hoy Alonso Ancira está acusado de fraude a la nación y nada más restaría que Larrea y Baillères lo acompañaran. Tal vez así se logre que dejen de cometer tropelías y cancelen su afición de derramar tóxicos por toda la República.”
Fuente: La Jornada