Washington, 25 ago (EFE).- Melania Trump es una primera dama atípica, a la que no parece interesarle mucho un cargo que ha ejercido con discreción, dedicada a su hijo Barron y sobre todo alejada a las polémicas políticas y privadas que han marcado la Presidencia de su marido, Donald Trump.
Aun así, con la pandemia del coronavirus ha decidido alzar su voz al pedir a los estadounidenses que usaran mascarillas y mantuviesen la distancia, mientras Trump seguía en el negacionismo.
En su discurso este martes en la Convención Nacional Republicana, Melania Trump se volvió a referir a una pandemia que, dijo, ha cambiado “drásticamente” las vidas de los estadounidenses y les ha generado mucha ansiedad.
También aludió a uno de sus momentos de más alto perfil como primera dama: el viaje que hizo sola a varios países de África en 2018, en el que demostró un talante internacional muy distinto al de su marido, basado en el insulto y el chantaje.
A los pies de las pirámides de Giza, en Egipto, Trump hizo algo poco habitual en ella: dar su opinión.
“No siempre estoy de acuerdo con lo que tuitea, y se lo digo. Le digo mi opinión honesta y mis honestos consejos, y a veces escucha y a veces no, pero tengo mi propia voz y mis opiniones. Es muy importante para mí expresar lo que siento”, dijo la primera dama.
Su imagen de corrección casi impoluta sufrió una mancha en otro viaje, esta vez a la frontera de Texas con México, cuando visitó un centro de detención para niños migrantes vistiendo una chaqueta con la frase “Realmente no me importa, ¿y a ti?” impresa en la espalda.
DISCRETA Y DEDICADA A SU FAMILIA
Más allá de estos pequeños destellos de protagonismo, Melania Trump ha elegido la reserva, el secretismo y el silencio para responder a las polémicas y escándalos -también sexuales- de su marido, dedicada sobre todo al cuidado de su hijo.
La periodista Mary Jordan, autora del libro sobre Melania Trump “The Art of Her Deal” (Simon & Schuster, 2020), explica que la primera dama, sus padres y Barron forman “un núcleo dentro del núcleo familiar” de los Trump.
“Barron Trump habla esloveno, es muy cercano al padre (de Melania). Los dos padres pasan mucho tiempo en la Casa Blanca, viviendo ahí. Hay un núcleo dentro del núcleo familiar y lo forman Melania, su madre, su padre y Barron. Y todos ellos hablan esloveno”, dijo Jordan en una entrevista.
Al inicio de su periplo como primera dama, Melania no tuvo ninguna prisa en instalarse en la Casa Blanca. Cinco meses pasaron desde que Trump se mudó de Nueva York a Washington en enero de 2017 hasta que ella y Barron emprendieron el mismo camino, cinco meses llenos de habladurías sobre su vida privada que acalló al llegar a la capital.
Melania Trump, de 50 años, ya había vivido desde la distancia la campaña a la Casa Blanca de su marido, una distancia que también ha tomado como primera dama, con contadas apariciones públicas y más contadas aún declaraciones.
Su “causa” -todas las primeras damas han tenido una- se centra en combatir el acoso en Internet de los menores con la campaña llamada “Be Best”, una iniciativa con la que ha buscado su propia voz en la Casa Blanca pero que no ha tenido demasiada repercusión.
UNA MODELO ESLOVENA EN LA CASA BLANCA
Melania Knauss creció en un modesto apartamento de un pueblo cercano a Sevnica (Eslovenia), que entonces formaba parte de la República Federativa Socialista de Yugoslavia (RFSY), disuelta en 1992 con la Guerra de los Balcanes.
Tras comenzar su carrera de modelo en Milán y París, se mudó a Nueva York en 1996. Cinco años más tarde obtuvo la residencia permanente y en 2006 se naturalizó estadounidense.
La primera dama es extremadamente cuidadosa a la hora de hablar sobre su vida matrimonial con Trump, a quien conoció en una fiesta de la Semana de la Moda de Nueva York en 1998 y con el que se casó en 2005.
“Los dos somos muy independientes. Yo le dejo ser quién es y él me deja ser quien soy. No intento cambiarlo, es un adulto. Él conoce las consecuencias. Yo le doy mi opinión muchas, muchas veces”, explicó en 2016 en una entrevista con CNN, en la que confesó que no le gusta el tono duro que usa Trump.
Las cámaras han captado en algunas ocasiones cómo Melania parecía rechazar el intento de su esposo de darle la mano, lo que ha desatado todo tipo de especulaciones, pero el mandatario se deshace en halagos siempre que tiene la ocasión hacia su esposa, a la que describe como una “madre impresionante, una mujer increíble”. EFE
Fuente: Contacto hoy