Por Juan Bustillos
A la vista parece impecable el argumento de Julio Scherer para anular al
Presidente López Obrador la advertencia del Instituto Nacional Electoral (INE) de “realizar o emitir expresiones y declaraciones de índole electoral, así como de utilizar los espacios de comunicación oficial y aprovechar las funciones inherentes a su cargo para esos mismos efectos”.
Lo parece porque es incuestionable que los consejeros del INE no tienen una bola de cristal para saber lo que el mandatario dirá en el futuro y hasta que se realicen las elecciones en junio de 2021 en las conferencias mañaneras, en los discursos que pronuncia en las giras por las entidades federativas o en los videos de fin de semana.
Más aún, el Consejero jurídico de la Presidencia argumenta que López Obrador se concreta a contestar preguntas de los reporteros cuando, por ejemplo, se refiere, como lo ha hecho en los últimos días, a la alianza en ciernes de las oposiciones, PAN, PRI PRD, para enfrentar a los candidatos de Morena.
Para Julio, lo que contesta su jefe así como diversos funcionarios federales se reduce a “un claro ejercicio de la libertad de prensa, la cual goza de una presunta presunción de licitud al tratarse de un derecho fundamental”.
Razón por la cual, “Los mensajes que emite el Presidente de la República durante las conferencias de prensa o en los actos públicos que encabeza no pueden calificarse a priori como posiblemente ilícitos tal, ya que la realización de dichos actos no transgrede en modo alguno los principios de equidad o imparcialidad en la contienda electoral”.
El Consejero jurídico sabe que su argumentación tiene una falla de origen: el Presidente no requiere de preguntas de periodistas para emprenderla contra las oposiciones partidistas de Morena, lo hace de mutuo propio o, si se ofrece el caso, no faltará el reportero que le dará pie por ganar su atención o la de su vocero Jesús Ramírez Cuevas o por consigna de éste.
Así es como se puede justificar que se concreta a contestar en estricto apego a su libertad de expresión.
Sin embargo, al margen de la justificación legal, cualquiera sabe, incluidos los abogados de la Consejería, que la conferencia mañanera fue diseñada como arma propagandística para aniquilar a quien se oponga a la transformación emprendida por López Obrador, se trate de partidos políticos, empresarios, intelectuales orgánicos, medios de comunicación, columnistas, reporteros, etcétera.
Para aniquilar a quien sea, hoy el PRIAN y el PRD que intentan unirse con la peregrina idea de restar el poder casi absoluto de López Obrador, confiando en que mantienen su escuálida votación de 2018 y esperan atraer a favor de sus candidatos a los muchos mexicanos, ignoro cuántos, francamente descontentos con el gobierno de la 4T.
Imposible saber qué suerte tendrá la impugnación de la Consejería Jurídica a nombre de López Obrador sobre la medida cautelar del INE dictada el 4 de diciembre en el sentido de que el Presidente se mantenga callado durante el proceso electoral y no use para lo mismo los espacios de comunicación oficial, como las mañaneras.
De lo que no hay duda es que el inquilino de Palacio Nacional se mantendrá en su macho y que el PRIANPRD o cada partido en lo particular acudirán con al esperanza de un milagro al Tribunal Federal Electoral ya sensibilizado por los problemas de su presidente Felipe Fuentes Barrera.
La defensa emprendida por Julio Scherer a su jefe trajo a mi memoria el verso 20, el más famoso del Cantar del Mío Cid, “¡Ios, qué buen vassallo, si oviesse un buen señor!”.
Fuente: Contacto hoy