Santiago de Chile, 27 mar (EFE).- Los vendedores de las ferias libres, amplios mercados de frutas, verduras y productos básicos que se instalan en barrios de todo Chile, son uno de los sectores afectados en el país debido a la cuarentena que este sábado confinó a más de 16 millones de personas.
Y es que la medida, decretada para el 97 % de la población del país, fue reforzada este fin de semana con la suspensión de los permisos para realizar compras, además del cierre de las ferias y supermercados por el concentrado flujo de personas que alberga.
Junto con ello, el Gobierno propuso que tanto grandes cadenas como feriantes implementaran el “delivery” para continuar con sus ventas, decisión que generó un amplio rechazo en la población por los costos asociados y la imposibilidad de la mayoría para acceder a ese tipo de servicios.
“Solo hay un 5 % (de los feriantes) que está trabajando en esa dirección, en este minuto no estamos en condiciones de entregar ese servicio”, señaló a la prensa local el presidente de la Confederación de Ferias Libres, Froilán Flores.
Sin embargo, luego de negociar con las autoridades de Gobierno, la medida que se pensó originalmente como indefinida será implementada, en principio, solo durante este fin de semana.
“En principio la medida significaba una crisis absoluta para nosotros, pero sobre todo para la pequeña agricultura familiar campesina y la pesca artesanal. Nuestro aporte será que las ferias no trabajarán el fin de semana”, explicó Flores.
Al 95 % de los vendedores de estos mercadillos populares que no tienen la capacidad de hacer entregas a domicilio, se suma una tasa de informalidad laboral -27 % en el último trimestre de 2020- que es absorbida en parte por el crecimiento de las ferias libres y la llegada de los “coleros”, personas sin patente de trabajo que se instalan para adquirir el sustento diario.
Las ferias libres, en ese sentido, son un indicador informal del panorama económico chileno: cuando las cosas van mal, los mercados se expanden con familias que llegan a vender diversos productos.
Camila Molina Rosas, de 29 años, no aparece en el Catastro Nacional de Ferias Libres realizado en 2015, que estima 340.000 feriantes regularizados en el país apostados en cerca de 1.114 mercados abiertos; ella es “colera” desde hace 5 años junto a su padre y su pareja en Maipú, comuna al sur de la capital chilena.
La restricción contra la pandemia, que a la fecha ha cobrado la vida de más de 22.000 personas en Chile, la pone en una situación compleja, ya que “los fines de semana son los días más importantes” para su trabajo, “nos afecta que ahora esto se estanque”.
Junto a su padre, Dagoberto Molina, quien lleva nueve años vendiendo huevos de campo mientras espera recibir una patente por parte de la municipalidad, Camila vende accesorios: pinches, trabas, elásticos y pañuelos.
Ambos enfrentarán el fin de semana sin generar recursos para su hogar, una situación aún más compleja en el caso de ella y su pareja, con un hijo de dos años.
“Nos dejan de brazos cruzados y sin plata”, señaló Camila a Efe.
Con más de 41.000 casos activos de covid-19, el dato más alto desde el inicio de la pandemia, Chile enfrenta una segunda ola que tiene al borde del colapso su red sanitaria, ocupada en un 95 %. EFE
Fuente: Contacto Hoy