Viernes 22 de mayo de 2020. Ver de cerca a la muerte y sanar para contarlo no es cosa de todos los días. Pero entre las personas que ya lo han vivido están algunos de los pacientes de Covid-19 que se encuentran en vías de superar la enfermedad y en breve serán dados de alta del Hospital Juárez de México.
Durante un recorrido por ese nosocomio La Jornada pudo conversar con algunos de ellos: son taxistas, choferes, dependientes de tiendas, quienes por varios días sufrieron el calvario de no poder llevar aire a sus pulmones, pero hoy se dan fuerza con la idea de abrazar de nuevo a sus seres queridos y volver a disfrutar los pequeños placeres de la vida cotidiana.
Uno de ellos prefiere que sólo lo llamen Pepe –aunque no es su nombre real– y es operador de transporte público en el estado de México.
Como muchas otras personas, cuenta, “era escéptico y pensaba que (el Covid-19) era un invento de los gobiernos, pero cuando me dio, dije ‘sí es real’. Me empezó a dar calentura y a sentir molestias de respiración, y a los 10 días, el 3 de mayo, me ingresaron porque ya no podía respirar”.
Aunque fue atendido rápidamente en el hospital, los primeros cinco o seis días son la muerte. No puede uno jalar aire. No puedes hablar ni comer, más que pura papilla, porque se te duerme la lengua. Pasó como una semana para que me empezara yo a recuperar, recuerda con la voz quebrada por las lágrimas y aún débil por la prueba física que debió superar.
Pepe trató de mantenerse optimista, pero los primeros dos días le escribí una carta dándole las gracias a mi familia. Les decía que ya iba a tirar la toalla porque sentí que ya me moría, y más porque me decían que me iban a intubar.
A unos días de recibir su alta, el hombre se da ánimos pensando en el momento en que abrace de nuevo a sus tres hijos, pero también se da tiempo para prometerse a sí mismo otros caprichos. Saliendo de aquí voy a ir a comerme una torta o unos buenos tacos. La comida aquí es buena, pero yo tengo ganas de una torta gigante, ¡una cubana!
Fuente: La Jornada