Las ánimas con las que el padre Gabriel Denia oraba en la parroquia de Santa
Catarina Virgen, edificio histórico del centro de la Ciudad de México, cuya
construcción por cierto fue impulsada por Hernán Cortés, se observan en la barda
trasera del panteón de Oriente, el cementerio más antiguo de la ciudad de
Durango.
Sus rostros en calma y sus blancos huesos, adornados con la vida de las flores de
cempasúchil, yacen en esa pared gracias a Dulce Yunuen, o Jamer, veracruzana
de nacimiento y actual habitante de San Luis Potosí. La artista, es uno de los 130
participantes en el concurso nacional de arte urbano Funeral Graff, organizado por
el Municipio de Durango.
Estilizados y alados, los ángeles son quizás la figura más esperada en el panteón
donde estos cientos de artistas dejan su espíritu en los murales. El panteón de
Oriente, es la casa del Museo de Arte Funerario Benigno Montoya, uno de los más
importantes escultores de cantera del norte de México. En honor a ello, Jordan, u
Oker, llegó desde Acapulco, Guerrero, a Durango, para pintar al ángel de los
pensamientos.
Oker puso al querubín en diferentes posiciones, con un profundo azul rey.
Como Jamer, el guerrerense y otros artistas de diferentes parte del país, le
pusieron color y con ello vida a la muerte. Con su trazos hicieron posible el efecto
de la memoria, ese que no solo recuerda el momento sino los aromas y
emociones, tal como se espera con la ofrenda. David Castañeda, artista de la
Ciudad de México, dibujó la escena que más identifica a las tradiciones mexicanas
el Día de Muertos. El altar y las ofrendas porque dice que “nunca deben olvidarse,
con una foto por lo menos se honra la memoria de la gente que ya se fue”.
La vida no existe sin la muerte y Mictlanticuhtli en su reino Mictlan, acoge a los
humanos que fallecen de forma natural. El señor de la oscuridad en la mitología
mexica, se observa también en la barda del panteón de Oriente, por los trazos de
Luis García, duranguense integrado al colectivo Rock Line.
Pero no solo el rey del Mictlan llego a esta ciudad colonial, también está
Tezcatlipoca, el dios azteca creador y destructor, el que por cierto sedujo a la hija
de Quetzalcoatl.
Los artistas duranguenses se reunieron con estos dioses y les obsequiaron, un
xoloitzcuintle, el mejor amigo del hombre, por lo tanto una perfecta guía en el
inframundo.
En varios cientos de metros de barda se respira el aroma del graffiti, el que la
artista Jamer reconoce “siempre será ilegal, pero todos empezamos así, nadie
nació y comenzó a hacer murales,” admitió.
Ella inició a los 15 años a grafitear, ahora tiene 24 y ha viajado a diferentes partes
del país, gracias a festivales como el Funeral Graff, donde hace muralismo con
técnica de graffiti, es decir con aerosol.
Pero esto, va más allá de ganar el premio de 10 mil pesos, es la necesidad de
expresar.
Desde adolescente le urgía pintar y reconoce que agarraba muros sin permiso,
“todos empezamos en lo ilegal”. Por esto “si hay más eventos como Funeral Graff,
habrá más personas que como yo se motiven a pintar legalmente y transformarlo
en arte”.