Médicos, enfermeras, camilleros, trabajadoras sociales, administrativos y personal de limpieza, todos ellos tienen algo en común, seguir luchando en contra del COVID-19 y salvar el mayor número de vidas posibles de todos aquellos que llegan pidiendo atención médica a los hospitales; todo esto sin importar las largas jornadas laborales, las marcas en sus rostros y los sacrificios que han realizado.
Tres turnos, con jornadas laborales extenuantes, en donde desde que registran su ingreso no tienen la certeza de lo que ese día les espera; no saben si el paciente de la cama 450 ya está mejor, o si el de la cama 421 logró superar las 24 horas de riesgo; es más no saben siquiera si ese día ellos se contagiarán y pasarán a ser un número más de las estadísticas de contagiados por COVID y si este será benévolo o no con sus vidas.
En el estado de Durango se tiene contabilizado que más de 250 médicos y enfermeras se han contagiado de SARS-CoV-2, de estos se tiene conocimiento que 2 han perdido la batalla contra este virus y algunos otros aún siguen graves; pero esto no ha importado y los médicos y enfermeras continúan atendiendo con pasión, entrega y compromiso a todos aquellos que ingresan a los centros COVID, sin siquiera titubear o negarse a brindar la atención, porque están conscientes de que nadie merece perder la vida por culpa del mismo y mientras tengan fuerzas insumos y espacio hospitalario, seguirán dando la lucha correspondiente.
Ya han pasado más de tres meses desde que se dio a conocer que en el estado ya se contaba con el primer paciente contagiado por COVID-19 y, como pasa en todo, después de un largo periodo de tiempo sometidos a condiciones extremas, tanto laborales como de protección, comienzan a presentarse los estragos tanto físicos, como psicológicos y personales.
Esto es lo que en estos momentos enfrenta todo el personal de salud, especialmente médicos y enfermeras que están en la primera línea de atención y que, para proteger su salud y su integridad personal, han vuelto parte de su vida el uso de mascarillas, gafas de aislamiento, caretas, guantes, batas, botas, gorros y overoles, todo esto en diferentes capas de ropa diaria.
“Los héroes no siempre llevan una capa, en la tierra se les ve con batas, uniformes y luchan por largas horas”
Así es, las jornadas laborales de estos ángeles van desde las ocho hasta las doce horas diarias, en tres turnos diferentes, pero en todos ellos se vive y se ve la misma situación, el mismo dolor, la misma fe y el mismo cansancio.
¿La religión y la fe ha sido un factor clave?
En redes se han difundido diferentes videos de personal médico en todo el mundo que, previo a comenzar su jornada laboral, hacen una oración y piden por sus familias, por su salud y los pacientes que atienden y llegarán en las próximas horas; si bien se tiene la creencia que los médicos y enfermeras solo creen en lo tangible y en lo comprobado este virus ha dejado claro que hasta el más incrédulo se quiebra y cuando la ciencia no puede hacer más solo queda pedir a un Dios que les dé la fuerza y no los deje desfallecer.
“Las cicatrices que quedarán serán físicas y del alma”.
Rostros de cansancio y dolor, marcados y rasgados por una mascarilla y gafas bien sujetas que han tallado y generado marcas que quedarán de por vida en cada uno de estos médicos y enfermeras; equipos de protección que sofocan, deshidratan y limitan la movilidad de cada uno de ellos; el aguantar ocho o doce horas para poder ir al baño, o tomar agua, incluso lo más indispensable, el solo hecho de respirar un poco de oxígeno limpio, ese oxígeno que les dé la fuerza de poder continuar, todo esto han sacrificado y aun así no han desfallecido.
Pero no solo les quedarán estas cicatrices en los rostros o en el cuerpo, sino también en el alma y estas son las que jamás podrán olvidar ya que, de un dia para otro, su vida cambió, vieron morir a muchas personas por un virus ante el cual no pudieron hacer mucho, el saber que entre los números de fallecidos se encuentran sus colegas, maestros e instituciones médicas que demostraron cuál es la verdadera vocación de esta noble profesión.
Pero, sobre todo, la inconsciencia de algunas personas que aun ahora dudan de que este virus existe y se siguen exponiendo y exponiendo a las demás personas; soportaron ataques y prejuicios, por ser señalados como el foco de infección, cuando en realidad eran quienes más protegidos estaban y aun así, continuaron.
“No ha sido fácil, pero, mientras una persona salve su vida, yo sabré que todo el esfuerzo, el dolor y sacrificio valió la pena”.
“Existe una carencia de personal, ayudemos un poco, ya falta menos”.
México tiene 2.4 médicos por cada mil habitantes, lo que significa que existe un faltante de personal, ya que el promedio señalado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) muestra que deben ser 3.4 por cada mil habitantes.
Entonces qué más nos hace falta para entender que si el personal médico y de enfermería continúa contagiándose, no habrá quien atienda a todos aquellos que, desgraciadamente, se vean afectados por el virus, es momento de demostrar la solidaridad que caracteriza a los mexicanos y apoyarlos, ellos están haciendo su parte ¿y tú?
Fuente: Contacto hoy